Reencuentro en Región: Ocho escritores rememoran su descubrimiento de Juan Benet
Foto: Luís Magán |
Hay personas, sucesos, historias, libros, que marcan un antes y un después. Son pocos y casi siempre nacen en circunstancias extrañas. A mediados de los años sesenta un ingeniero de Caminos de conocidas aficiones literarias se paseaba con el manuscrito de una novela bajo el brazo. Tardó bastantes años, muchos rechazos y unas cuantas reescrituras en publicarla. Lo consiguió en 1967. La novela, Volverás a Región, es hoy uno de los clásicos de la Literatura castellana, y el ingeniero, Juan Benet, una de sus figuras más representativas.
Ocho escritores, de diferentes estilos, escuelas, edades, inquietudes literarias, rememoran sus recuerdos de Volverás a Región, una de esas novelas míticas, aglutinadoras por encima de todo, un punto no sólo de referencia , sino de encuentro de la literatura española contemporánea.
"Era una novela con fuerza enorme. Ahora parece más normal, porque uno de ha acostumbrado a este tipo de literatura, más densa y concentrada, en la que no todo el mundo entra. Fue un tipo de literatura muy a contrapelo. Por eso, aparte de su calidad, marcó una época", afirma Carmen Martín Gaite (Salamanca 1925), quien, junto a Dionisio Ridruejo y Rafael Sánchez Ferlosio, fue una de las primeras personas en leer la novela antes de su publicación.
Félix de Azúa (Barcelona, 1944) va aun más lejos; "Para muchos escritores de mi generación, Volverás a Región supuso la reconciliación con la literatura en castellano. También la enorme perplejidad de que en una de las más interesantes obras de ficción escritas en Europa tras la II Guerra hubiere aparecido precisamente en España. Fue un grito de combate que invitaba a no desesperar en aquella putrefacta charca de ranas"
"En el panorama de aquellos años es una rareza absoluta", señala Juan José Millás (Valencia 1946), "tanto por sus contenidos temáticos como por los formales. Su influencia ha sido enorme, incluso en los autores en los que menos se nota. Como modelo a seguir o a evitar, Juan Benet es una referencia inexcusable".
Eduardo Mendoza (Barcelona 1943) hace hincapié en el carácter rupturista de la primera novela de Juan Benet. "Aparte de la innovación técnica que supuso, uno de los principales valores de Volverás a Región tiene su origen en que creó un enorme nivel de exigencia y de rigor en la escritura. A partir de la publicación de esta novela, ya no se puede ser tonto en la literatura española. Aunque hemos seguido caminos diferentes, yo me considero un discípulo de Juan Benet, no un imitador.
José María Guelbenzu (Madrid, 1944) considera también que "uno de los valores más importantes de Volverás a Región es que el hecho de que, por primera vez en la literatura española contemporánea , encontramos a un escritor con un rigor estilístico, con una precisión y una riqueza de vocabulario de tal calidad, que constituyó automáticamente un acicate y una llamada de atención para que todos los que escribimos trabajásemos más nuestra lengua".
Poetas y narradores
La novedad estilística y lingüística que representó el nacimiento novelístico de Benet no sólo marcó a los narradores, sino también a los poetas. "Benet tuvo una gran influencia en la generación del 70", asegura Antonio Martínez Sarrión (Albacete, 1939). "Presentaba un cierto hermetismo lingüístico, en la línea de Pound o Elliot, que nos impresionó mucho, porque cortaba con el realismo, que ya estaba bastante agotado. Al leer la prosa de Benet, de una gran calidad metafórica, con un aspecto oscuro y una palabra muy tensa, electrizada, siento que estoy ante un poeta, como Proust, Faulkner o, entre nosotros, Azorín".
Vicente Molina Foix (Elche, 1946), una de las primeras personas, junto al poeta Pere Gimferrer y al crítico Rafael Conte, que, después de su publicación corrieron la voz por los cenáculos literarios de la importancia de Volverás a Región, asegura que esta novela fue para mí un descubrimiento". Y añade: "En Volverás a Región confluían tres elementos que hasta entonces muy rara vez se habían reunido en la literatura española: una prosa lírica unida a un verdadero empeño de construcción narrativa, y esto junto al factor de la ocurrencia irracional, que es también muy importante en la obra de Juan Benet".
Una novela total
Añade el escritor: "la novela salió en un momento de desorientación para los que entonces empezábamos a escribir, y nos dimos cuenta de que ese empeño de crear una novela total era posible en la literatura española. Para la llamada generación de los novísimos la novela de Benet fue una extensión de nuestro territorio porque, además, Juan Benet escribía sobre una realidad muy española, pero con una prosa de riqueza deslumbrante"
Para los novelistas más jóvenes como Alejandro Gándara (Santander, 1957), "la obra de Juan Benet introdujo en el castellano la narrativa internacional, con sus modos, usos y recursos, que escapaban al costumbrismo y refutaba el realismo social. A partir de Volverás a Región, las lecturas de escritores como Joseph Conrad, Henry James y William Faulkner estaban materialmente incorporadas a nuestra lengua. De esta manera, Juan Benet logró comunicar el castellano con el exterior"
José María Guelbenzu insiste en esta misma idea: "Otro de los valores de Juan Benet es que ha conseguido injertar en la literatura española a escritores como William Faulkner y Marcel Proust. Esta es una deuda absoluta por parte de la narrativa contemporánea en castellano, ya que introdujo en nuestra lengua una tradición que antes no existía en ella"
Se trata de una deuda literaria que, aunque haya sido indudablemente reconocida por varias generaciones de escritores españoles, ha sufrido el olvido institucional, como subraya Félix de Azúa: "Una de las mejores pruebas de la importancia de la obra de Juan Benet es que ni una sola institución, ni la Academia ni los Premios Cervantes, etcétera, le han concedido jamás la menor importancia".
"La gente de Región ha optado por olvidar su propia historia...", escribió Juan Benet en las primeras páginas de Volverás a Región. Han pasado muchos años, ha corrido mucha agua bajo el puente, pero los lectores no podrán olvidar. Volver a Región se ha convertido en una peregrinación necesaria para muchos escritores en castellano, en una visita literaria imprescindible". "Cuando se publicó, fueron muy pocos los que se dieron cuanta de lo que había allí, dentro de aquellas páginas. Hoy Volverás a Región queda como una referencia inconmovible de la literatura española en la segunda mitad del siglo XX", asegura Guelbenzu.
Guillermo Altares, El País, 29 diciembre de 1992
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Volveremos
Una de las cosas a las que muchos críticos y novelistas parecen haber renunciado -los unos a hablar de ello, los otros a practicarlo- es el pensamiento literario, olvidando que se trata de una de las formas de pensamiento más iluminadoras, libres e imprescindibles desde que los hombres empezaron a pensar por escrito. A diferencia del científico o el filosófico, el pensamiento literario se caracteriza por dos privilegios que son sólo suyos: no está sujeto a argumento ni a demostración -tal vez ni siquiera a la persuasión-, no depende de un hilo conductor razonado ni necesita mostrar cada uno de sus pasos; por consiguiente, le está permitida la contradicción. En libros distintos o dentro de un mismo texto, un escritor puede decir -o hacer decir a sus personajes- cosas opuestas que, sin embargo, parecerán igualmente verdaderas o lo serán, como sucede en el Julio César de Shakespeare con los discursos de Bruto y Marco Antonio: mientras cada uno de ellos habla, cada uno tiene razón. Quizá uno de los motivos de este olvido es la falta de tradición: la literatura española no ha sido muy pródiga en pensamiento: nos falta un Diderot, un Conrad, un Kafka, un Proust. Nos faltan algo menos desde hace 25 años, en que apareció, sin que apenas se enterara nadie, Volverás a Región libro fundacional en el que en cierto sentido se hallaba ya contenido el resto de la obra de Benet (contenía hasta un título posterior que Benet cree haber tomado de un verso de Miguel Hernández: en la página 210 nos encontramos con "la cabeza herrumbrada de una lanza"). Lo que desearía subrayar aquí, más allá de su estilo vigoroso y apasionado, de sus descripciones exactas, de sus fascinantes personajes sombríos y sus penumbrosas historias, es lo que podríamos llamar los latigazos de su pensamiento. Y si bien es verdad que para que el lector los acepte o se los trague boquiabierto necesitan de toda una arquitectura compleja que los albergue y en la que agazaparse, no lo es menos que, según el propio Benet, "dejando de lado la totalidad, lo mejor que puede ofrecer una novela se reduce con frecuencia a unos fragmentos". Releyendo Volverás a Región ahora no he podido por menos de fijarme en algunas frases que resultan ser algunos de los aforismos o muestras de pensamiento literario más profundos e inquietantes de nuestra lengua: "La memoria es un dedo tembloroso". "La conciencia y la realidad se compenetran entre sí: no se aíslan, pero tampoco se identifican, incluso cuando una y otra no son sino costumbres". "Todo termina cuando se agota el deseo, no cuando se nubla la esperanza". "La memoria es casi siempre la venganza de lo que no fue". "El hombre no es un monumento al amor, sino al desprecio al otro, el que lo quiera olvidar se confunde". "No existe el destino, es el carácter quien decide". "Un pueblo cobarde, egoísta y soez prefiere siempre la represión a la incertidumbre; se diría que lo segundo es un privilegio de los ricos". "Al hombre le pasa lo mismo, es otra antigualla. Cuando se escribe tanto acerca de él es porque apenas cuenta, a punto está de ser retirado a los desvanes y los museos. Lo que importa es su sociedad, su religión, su Estado y su silencio". "El presente ya pasó y todo lo que nos queda es lo que un día no pasó; el pasado tampoco es lo que fue, sino lo que no fue; sólo el futuro, lo que nos queda, es lo que ya ha sido". "Y me pregunto cómo es posible que persistamos en mantener tal abuso: en habilitar al tiempo como depositario de nuestra esperanza cuando es él -y solamente él- quien se encarga de defraudarla". "El tiempo sólo asoma en la desdicha y así la memoria sólo es el registro del dolor". "Nunca he comprendido por qué el amor llega tan tarde a la cita con la persona y por qué, por consiguiente, se complace tanta veces en destruir de un manotazo insolente y extemporáneo toda una organización anterior". "Y el poder de la mirada y el puro poder obcecado de la repetición: cuántas veces cree el amor que ha de reencontrar al amado en aquel solitario banco donde lo vislumbró por primera vez una tarde lluviosa". "Yo he llegado a la conclusión de que el tiempo es todo lo que no somos, todo lo que se ha malogrado y fracasado, todo lo equivocado, pervertido y despreciable que hubiéramos preferido dejar de lado".
Por cederle la voz a ese hombre de 40 años cuando hace 25 salió a la luz su primera novela, Volverás a Región, que no dejaremos de lado, y a la que volveremos.
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