‘Vals’
31 años sin Juan Benet, el ingeniero que escribía novelas
Tal día como hoy, de 1993, se nos fue el novelista fundacional de nuestro
particular boom hispano, el atípico autor de ‘Volverás a Región’ que escribía
para espantar las noches de soledad mientras dirigía la construcción de puentes
y pantanos
SEVILLA / 05 ENE 2024
El año en que se publicó Cien años de soledad, de García Márquez, 1967, aquí aparecía la obra fundacional de nuestro particular boom hispano (sin americano), la primera novela de un atípico escritor que no solo gustó de todos los géneros, sino que se ganó la vida con su oficio de ingeniero de caminos y ejerció otro puñado de aficiones estrambóticas como la de pintor, violinista o banderillero. Se llamaba Juan Benet, conoció a Pío Baroja y trabó fuerte amistad con escritores que a estas alturas resultan clásicos modernos, como Luis Martín Santos, Dionisio Ridruejo, Juan García Hortelano o Ángel González... Aquella ópera prima se tituló Volverás a Región (Destino) y creaba un territorio mítico en el que iban a desarrollarse la mayoría de sus narraciones de luego, al estilo de su maestro Faulkner y al de otros grandes creadores del otro lado del Atlántico como el propio Gabo, Onetti o Juan Rulfo. La novela llegó a convertirse en una auténtica referencia para otros escritores que no habían empezado aún, como Javier Marías, Eduardo Mendoza o Félix de Azúa, quienes la consideraron una auténtica “revelación”. Hoy, Día de la Cabalgata, hace exactamente 31 años que Benet se murió, a los 65 años y víctima de un tumor cerebral.
El
autor de Nunca llegarás a nada (1961), su primer libro de
relatos, había nacido en Madrid tan solo dos meses antes de que los famosos
poetas de la Generación del 27 tomaran el tren para Sevilla. A su padre lo
fusilaron en la zona republicana al comienzo de la Guerra Civil, cuando él no
había cumplido aún los nueve años... Su madre se refugió con sus tres hijos (él
era el pequeño) en San Sebastián y luego volvió a Madrid cuando terminó el
conflicto. Estudió en la Escuela Superior de Caminos, Canales y Puertos, pero
el descubrimiento de William Faulkner lo deslumbró tanto cuando frecuentaba la
tertulia de Pío Baroja, que se decidió a compatibilizar su trabajo con su
inspiración en las largas noches de soledad...
En
1951, mientras hacía la mili en Toledo, estudió inglés porque decía que le
sobraba el tiempo, se aficionó al violín hasta le dio por la tauromaquia.
Tanto, que en 1952 salió de banderillero por primera y última
vez en la plaza de Calanda (Teruel), en la cuadrilla de Rafael Ortega. Cuando
terminó la carrera, se casó con su prima, Nuria Jordana, y tuvo
cuatro hijos entre aquella década y la siguiente. Había sido a Nuria, todavía
novios, a quien le había prometido escribir una novela, porque ella se lo había
pedido. “Es bastante más gordo que hacer una carrera”, le advirtió él, pero
cumplió. Una década después de que su esposa se suicidara, Benet se casó con la
poeta Blanca Andreu, treinta años más joven que él.
Nunca dejó, sin embargo, de ejercer su profesión de ingeniero, y lo mismo trabajaba en países europeos que España. Dirigiendo las obras de la presa del pantano de Porma, en los años 60, empezó a escribir Volverás a Región, un antes y un después de nuestra narrativa. Ambientada en el territorio imaginario de Región, la novela cuenta el encuentro entre el doctor Daniel Sebastián, a cargo de un muchacho enloquecido, y una misteriosa paciente. Ambos dialogan sobre la guerra de Región, y el novelista consigue terminar con el realismo costumbrista que se había hecho en España hasta entonces.
El
novelista se había integrado por entonces en la plantilla del Ministerio de
Obras Públicas y Urbanismo, donde también trabajaba el poeta Ángel González,
pero también colaboraba en Revista de Occidente, en Cuadernos
para el Diálogo o en Triunfo, las revistas de la
intelectualidad rebelde de aquella época del tardofranquismo. Y hasta participó
en la fundación del diario El País... En 1969 obtuvo el Premio
Biblioteca Breve con Una meditación, que había escrito sobre un
rollo de papel continuo que le impedía volver sobre lo escrito... Se trata de
la primera novela española en la que no hay ni un solo punto y aparte. Ya había
arremetido contra el tremendismo y hasta contra el realismo
social... “Yo no creo que la literatura tenga por qué tener una función
social”, dijo, adelantando la auténtica revolución de la literatura en la
década de los 60, que no solo afectó a España, sino a todo el orbe hispanohablante.
Más
introvertido que nunca al fallecer su mujer, publicó ya en 1976 uno de los
ensayos más referenciados luego por los historiadores extranjeros: Qué
fue la guerra civil. Viajó por China y EEUU dando conferencias y consolidó
su estilo con obras como El ángel del señor abandona a Tobías. Otra
obra de reminiscencias bíblicas, Saúl ante Samuel, apareció en
1980, el mismo año en que escribió, en solo un mes, El aire de un
crimen, una novela policíaca que quedó finalista del Premio Planeta y que
fue el más vendido de los suyos (100.000 ejemplares).
Precisamente
cuando creaba su propia empresa de ingeniería publicó, en 1989, En la penumbra.
Otras obras suyas de los 90 fueron La construcción de la torre de Babel o El
caballero de Sajonia. Nunca ingresó en la Real Academia Española, aunque
solo fue presentado una vez, en 1983, y perdió la votación frente a Elena
Quiroga.
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