TERESA GOITIA AJURIA (1895-1990) |
Hija de Francisco Goitia y Guadalupe
Ajuria. Nació el 15 de Abril de 1895 en Villafranca de Oria (hoy Ordicia, Guipúzcoa),
un pueblo dividido políticamente en liberales y carlistas. Su padre fue el
fundador de “La maquinista Guipuzcoana” o “Compañía auxiliar de ferrocarriles”
con lo que se convirtió en el promotor de la revolución industrial en Guipúzcoa
y Vizcaya, introduciendo además la hojalata en el país. Francisco trabajaba a
su vez para el Liberalismo Vasco. Fundó con Ramón Usabiaga y Jamar, “La Voz de Guipúzcoa”. Escribió
“Autonomía Mundial”, “Liga Vizcaína de Productores”, “Política financiera 1902” , “La cuestión de
Irlanda y las Vascongadas” y “El material para Ferrocarriles y la Industria del país”
(Fontanet, 1892).
Francisco Goitia Ostolaza |
“Los primeros artífices del
Beasaín industrial” por José María Donosty.
De familia numerosa (once hermanos en total) tras varias desgracias ocurridas a varios de sus hermanos varones y a su gemela finalmente sobrevivieron seis hermanas y un varón.
Guadalupe Ajuria y sus hijas |
La familia residía algunas épocas en
Madrid, ciudad pequeña por aquel entonces, en la Plaza de Santa Bárbara. De
la ciudad le gustaba sobre todo pasear con su padre por el Retiro, encontrarse
con Serafín Baroja, padre de Pío y Ricardo, ir al Rastro o escuchar a los
intelectuales de la época en el Ateneo. Otro de sus lugares predilectos era el
Museo del Prado, sin embargo prefería ante todo la calma que le ofrecía su
pueblo.
INFANCIA
EN VILLAFRANCA:
La suya era la familia principal del
pueblo; cuando volvían en tren desde Madrid les esperaban en la estación todos
los chiquillos e incluso la banda de música. En la fábrica les hicieron un
pequeño coche con motor que subían al monte y disfrutaban todos los chicos bajando
en él. Jugaba a “kalejiras” (cogidos del brazo chico y chica corrían saltando al
ritmo de la música), y acudían a “amaiketakos” (aperitivos que dan los novios
antes de su boda) y a fiestas eúskaras. Celebraban por todo lo alto corridas de
toros y el carnaval.
“En el pueblo
cogíamos el tren en marcha, vadeábamos el río, y nos hicieron en la Fábrica un pequeño coche con motor que lo subíamos
al monte.”
Teresa Goitia con su hermana Flora y compañeras de clase en Orthez |
ADOLESCENCIA:
En Madrid las hermanas fueron presentadas
en sociedad y acudieron a un sin fin de fiestas, todas ellas estudiaron internas
en un colegio en Orthez en Francia.
En
estos años murieron sus hermanas Inés (la pequeña de la familia) y Carmen (la
mayor). Estas dos desgracias unidas a la ruina de su padre provocaron la muerte
de éste, quedando su madre sola y con cuatro hijas. La solución a sus problemas fue huir del
pueblo y Madrid y abrir un estanco en Barcelona.
Vivían
en frente del propio estanco que pronto
empezó a cobrar adeptos y tenían lugar en él tertulias, y donde doña Teresa tuvo
toda clase de pretendientes, desde el modesto obrero con su cazuelita hasta
Gabriel Miró.
Al
morir su abuela y heredar su madre buena cantidad de dinero pudieron mudarse a
San Sebastián, no sin pena de abandonar Barcelona. En San Sebastián llevaron la
vida clásica de señoritas.
Alquilamos un toldo en la playa, donde nos pusieron un banco verde y allí acudían todos nuestros amigos.” |
VIDA
DE CASADA:
En uno de sus paseos por el Casino se
encontró con Tomás Benet, uno de los contertulios catalanes y acordó con él un
encuentro en Madrid. Después de pedirle él relaciones se comprometieron y se
casaron pasado un año. El viaje de novios comenzó en Francia e incluyó visitas
a Niza, Italia…
Teresa Goitia y Tomás Benet |
Tras el viaje de novios se instalaron en
Madrid ya que en Barcelona Tomás estaba perseguido..
Fruto del matrimonio nacieron sus tres
hijos: Marisol, Francisco y Juan.
En Madrid Tomás Benet ejerció de abogado
y Consejero Delegado de los patronos. Fue detenido en cierta ocasión y fue su
mujer la que logró que le soltaran. En pareja solían ir al cine a ver películas
del Oeste y a oír cantar a Carlitos Gardel. Vivían en la Castellana. Él le
enseñó a jugar al ajedrez. Ambos recibían clases de inglés. La convivencia no
fue fácil, celos, sospechas y mal genio, pero pudieron estar juntos durante un
tiempo. Tras varios problemas referidos siempre al dinero, Teresa se marchó con los
niños a casa de su madre, siendo uno de los primeros divorcios de la República.
VIDA
SEPARADA:
Entró a trabajar para el Ministerio de Asuntos
Exteriores el año 1934. En 1936 estalla la guerra. Comenzó a esconder a muchas
personas en su casa. Su marido se encontraba en la lista negra y finalmente un
día lo sacaron de su despacho, lo llevaron a una cuneta y lo fusilaron..
“El mismo día del asalto al Cuartel de la Montaña , me llamó una
vecina mía para que bajase a su casa y me dijo si podía tenerle escondido a su
cuñado, que era don Emilio, el General Barrera y le dije: “suba, sea lo que
Dios quiera”. Tenía también a mi primo, Ramón García Noblejas, a su madre Laura
y a su hermana Laurita. La tía Laura era un caso, su casa era un arsenal de
armas, cogía todos los días varias de ellas, se ponía un capote y las lanzaba
en El Retiro. También tenía a un amigo de mi sobrino Carmelo, Salvador Pruneda,
hijo de un general, y a Santos Arias Miranda, primo mío, cuyo cuñado era José
Martínez Velasco, presidente del Gobierno. Total, que mi casa era un asilo.”
Juan y Paco en la embajada de Finlandia |
Teresa y su hija Marisol |
Ella
misma se tuvo que refugiar durante tres días en el ministerio y después la
trasladaron a la embajada de Finlandia donde llevaron también a sus hijos. De
la embajada la trasladaron a Valencia donde embarcó en el vapor turco
“Karadenis”. En él llega hasta Malta y Siracusa, hasta que un barco italiano la
llevó a Sevilla y desde allí volvió a San Sebastián, donde se encontró con la
noticia de que su madre había muerto. Se reintegró en el ministerio de Asuntos
Exteriores y dió clases de español con las que ganaba el doble del sueldo del
ministerio.
Al
terminar la guerra regresó a Madrid. Con el dinero heredado de su madre montó la
chocolatería “Maite” en la calle Sevilla. Con las ganancias montó el Bar “El
Coto”, que tuvo gran éxito, acudiendo a éste todo el Madrid elegante; llegándose
a pagar al botones 25 pesetas por un taburete sólo quince días después de
inaugurado el bar. Vivió en Alberto Bosch con sus tres hijos.
Teresa
Goitia y Juan Benet
Sus
hijos fueron notables estudiantes. Decidió que Paco estudiara Arquitectura y
Juan Ingeniería debido a su gran capacidad para las matemáticas. Paco,
decepcionado con la arquitectura viajó a la Sorbonne para estudiar Filosofía. En París conoce a
dos muchachas americanas que utiliza para realizar la fuga de dos amigos suyos
del campo de concentración de
Cuelgamuros y conseguir que atravesaran la frontera.
Teresa fue a menudo a visitar a su hijo a
Francia; Paco estaba alojado en la
Casa de España en París hasta que un 18 de julio se le
ocurrió cambiar la bandera española por la republicana lo que le costó la
expulsión, teniéndose que trasladar a la Casa de Canadá, donde le acogieron.
VIAJE
A NUEVA YORK:
Para
llegar a Nueva York embarcó en La
Coruña en el vapor Habana, barco que pensaba de contrabando
por los rodeos que llevaba a cabo. Una de las cosas que decepcionó a Teresa es
que el barco no pasara por Cuba. Llegó a Baltimore, a donde fueron a buscarla su
hijo Paco y su sobrino Fernando Chueca. Después viajó de Baltimore a Nueva
York. Nueva York no le convencía al principio, por la ausencia de tertulias
interesantes y las enormes cantidades de basura, pero al final acabó
agradándole.
VUELTA
A ESPAÑA:
Vivía en su casa de Alberto Bosch con su
hijo Juan. Llevaba una vida muy amena gracias a las reuniones con los amigos de
este, por lo que sufrió de una gran soledad al terminar la carrera Juan y
casarse con Nuria Jordana. Paco también se casó con una princesa iraní y
comenzó a trabajar como delegado europeo de Ciencias Sociales de la U.N .E.S.C.O. y fue destinado a
El Cairo durante cinco años, pero se le ocurrió llevar a cabo un estudio para ayudar
a las tribus más necesitadas de Irán y para ello tuvo que dejar su trabajo. Cuando
el ministerio iraní le dá amplios poderes para desarrollar su estudio, Paco muere
extrañamente en un accidente de tráfico en el desierto, cosa que devastó a su
madre.Teresa fue a buscar su cuerpo a Teherán para traerlo de nuevo a España.
OTROS
VIAJES:
En
Barcelona embarcó con una amiga hacia Marsella. De Marsella llegó a Livorno y de
Livorno a Génova. Florencia, Beirut y por fin Egipto.
En
barco viajó también a los países del Norte, causándole gran impresión la ciudad
de Leningrado. Visitó Polonia y cerca de Varsovia tuvo la suerte de poder
asistir a un concierto de Bach tocado en un gran órgano.
NATURALEZA
Una
de las cosas que más le sobrecogía era la grandiosidad de la naturaleza.
Fue testigo de una erupción del volcán
Etna; presenció además otros fenómenos naturales como fueron la caída cercana
de un rayo, terremotos, la visión de la aurora boreal e incluso una feroz
tempestad en medio del mar.
“Asistí al mayor temporal cuando fui a Nueva York ¡qué
mar gozamos, qué grandiosidad!; nuestro barco iba de lado, el pasillo del
barco, en lugar de estar horizontal, iba vertical, pero la vista del mar era
impresionante. La naturaleza, hay que rendirse, es IMPONDERABLE.”
AFICIONES
Teresa
Goitia fue una gran amante de la pintura y mantuvo buena amistad con la mayoría
de los pintores de su época: Daniel Vázquez Díaz, Benjamín Palencia, Rafael
Zabaleta, Eduardo Vicente, Cirilo Martínez Novillo, Menchu Gal, Alvaro Delgado,
Juan Manuel Caneja, Gregorio Prieto, José Gutierrez Solana, entre otros.
Fue
asidua de la ópera en el Teatro Real y gran aficionada al teatro y a los toros,
siendo gran admiradora de El Gallo y Cagancho
“No me gusta nada. No puedo saltar, correr, viajar;
cuando veo saltar las escaleras de tres en tres, me entra una pena…”
Pasó
sus últimos años en la
Residencia del Monte Carmelo de Madrid, donde hizo muy buenas
amigas y su familia iba a visitarla muy a menudo. Sus hijos la invitaban a sus
casas dos o tres veces a la semana ya que uno de sus mayores hobbies era comer
bien.
“He tenido la suerte de
tener amistades entrañables que sólo por haberlas conocido vale la pena vivir
esta vida. Ahora me gustaría tener un caserío y vivir allí con toda mi familia,
ya sé que no puede ser, pero sí lo puedo soñar.”
Teresa
Goitia Ajuria “Recordando mi vida” Ed. La Gaya Ciencia 1979